viernes, 27 de abril de 2012

De sueños, pesadillas y silencios

I
Hay cosas que no se deben decir en ciertos espacios, bajo riesgo de perder toda respetabilidad.

Por ejemplo, en los espacios profesionales en donde me desenvuelvo no es conveniente decir que anuncié públicamente, en un blog español, el día exacto de la muerte de Karol Wojtyla con seis meses de anticipación.

O que con frecuencia participo en un foro sobre uso del Yijing para anticipación de eventos públicos y políticos, en donde acudo con pseudónimo. 


II
Hay cosas que no se deben decir en ciertos espacios.

Hace tres días tuve un sueño que me dejó muy inquieto. Estaba yo en medio de una calle, cuando sucedía un fuerte terremoto y la calle se llenaba de sangre. A diferencia de otras ocasiones, en la mañana comenté el sueño con mis padres. Siguió una larga plática sobre la interpretación de los sueños. 

Mi madre recordando lo hábil que era ella misma para interpretar sueños, hasta que al acercarse a los grupos parroquiales aprendió que "no debía hacerse". Mi padre afirmando que lo sueños sólo son sueños. Yo diciendo que los sueños son mensajes del subconsciente sobre aspectos que necesitamos traer a la consciencia. Y explicando algunas técnicas para análisis psicológico de los sueños. Terminaba yo diciendo que, aunque raros, ocasionalmente ocurrían sueños "premonitorios". No sé por qué, no sé cómo, no sé cual sea la explicación racional. Pero el hecho es que en ocasiones ocurren. Y este sueño me había dejado una inquietud. 

Hace dos días, en sueños, escuché que alguien decía "viene algo muy fuerte". Lo interpreté como sublimación de la inquietud que siempre me provoca el moderar la presentación del Informe Anual de violaciones a derechos humanos laborales en México. Presentación que tuvimos ayer.

Hoy en la mañana, lo primero que leo en las noticias es una serie sincronizada de atentados terroristas en Dnepropetrovsk, Ucrania. Las versiones van de 4 a 10 bombas en diferentes partes de la ciudad. Dnepropetrovsk, una pequeña ciudad en donde vive la abuela de una querida colega. Mi madre afirma, claro, que se trata sólo de una coincidencia.


III
Hay cosas que no se deben decir en ciertos espacios. 

Experiencias que no se por qué o cómo ocurren; que no se cual sea su explicación racional. Pero ahí están presentes. Silenciadas. Minimizadas. Ridiculizadas. Irreductibles. 

Quizá hablar un poco más de ellas, nos sirva para tener un poco más de humildad. Que no estemos tan seguros sobre lo que puede hacer la mente humana y lo que es imposible; sobre cómo funciona la naturaleza y lo que afirmamos que no es creíble. Quizá nuestras propias certezas racionales tengan algo de dogmatismo y convenga que de vez en cuando sean sacudidas por lo incontrolable irracional. 

Quizá.


2 comentarios:

Carmen dijo...

La experiencia, la intuición, los sentimientos de cualquier persona...no son discutibles: son y punto.
Y pretender que todo puede explicarse con una sola dimensión del ser humano, la racional, es en el mejor de los casos una estupidez.
Un abrazo.

Rodrigo Olvera dijo...

Completamente de acuerdo. Aún así, no es tan común ni tan fácil el romper la autocensura. Pero seguimos caminando
Un abrazo querida amiga