viernes, 26 de octubre de 2012

De fragilidades y trenes

On and on 
the rain will say
how fragile we are

I
Mi puntaje al 25 de octubre de 2012
  • 25 en la escala de Hamilton sobre ansiedad (a partir de 18 se recomienda atención profesional)
  • 21en la escala de Hamilton sobre depresión  (a partir de 8 se recomienda atención profesional)
  • 27 en la escala de Davidson sobre ansiedad social (a partir de 19 se recomienda atención profesional)
  • 44 en la escala de Goldberg sobre depresión (entre 36 y 53 se considera depresión moderada)


II
Este episodio se ha manifestado desde el pasado domingo, pero se ha venido incubando en las últimas 3 semanas. Tengo claro los desencadentes, las situaciones "disparadoras"; y por supuesto queda la pregunta (con buena dosis de autoculpabilización) de si pude haberlo evitado en el tiempo de su gestación. 

Tengo también clara la dirección que puede tomar en caso de no reaccionar con las medidas necesarias, incluyendo no sólo las acciones de profilaxis propia (reconocer no sólo ante mí mismo sino ante otr@s es parte de ello) sino la búsqueda de ayuda.

Pero sobre todo,  más allá de las circunstancias "disparadoras", tengo clara consciencia de esta fragilidad que me acompaña, que requiere una habilidad mayor para discernir, preveer y manejar esta dinámica de ansiedad-depresión-aislamiento social. 


III
Intento no desesperarme conmigo mismo, con mi historia, con mis genes, con mi sistema familiar. Me recuerdo que las emociones, percepciones y pensamientos se ven alterados en estos episodios; por lo que hay que tomarlos no con un grano sino con una montaña de sal. Me repito los pasos concretos, pequeños, manejables, que me han servido para romper el ciclo. Me tomo de los consejos de Ignacio de Loyola ante la desolación como una buena guía de acción.

Pero sobre todo, acudo a la reserva de ternura y compasión de este corazón mío para abrazar mi fragilidad y con ella acompañándome, tomar el próximo tren

4 comentarios:

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Me has recordado a Víctor Manuel y a esta canción:

Para qué sirvió

Si tu vida se hace una larga noche,
cubierta de miedo frío y ancestral;
si en tus ojos crecen como mudos rostros
la rabia, el odio y la soledad.
Si eres blanco o negro, judío o cristiano,
y guardas tus voces por temor a hablar;
si en tus manos duras escondes cadenas
que ajan y acaban con tu dignidad.
Para qué sirvió la muerte de Sacco y Vanceti (bis)

Si en oscuros trenes vas a trabajar
por países densos. viejos como el mar,
y en la lejanía guardas la nostalgia
de tu infancia quieta en la inmensidad.
Si eres extranjero allí donde estés
porque te lo gritan una y otra vez,
sin que tú comprendas cómo puede ser
que desde muchacho nadie te dé fe.
Para qué sirvió la muerte de Sacco y Vanceti (bis)

Si los hombres tienen miedo a continuar
y las madres saben que van a llorar
porque para ellos la vida se hizo
como una herida que no cerrará.
Si frente a los golpes una vida grita
y como respuesta oye la piedad,
para qué han caído cubriendo la tierra
todas esas gentes en lucha brutal.
Para qué sirvió la muerte de Sacco y Vanceti (bis)

Como no la he encontrado en jutube, te añado esta otra, que tampoco está, pero que la cantábamos con la chavalada en nuestros campamentos y diversiones varias.

El tren de la vida

1. El tren en el que vamos
desde que hemos nacido
sube y baja las cuestas,
todos juntos marchamos en él.
EN ESE TREN VAMOS TODOS,
EN EL TREN VAMOS TODOS,
EN ESE TREN VAMOS TODOS,
VAMOS JUNTOS Y ALEGRES EN ÉL.
2. A veces va deprisa
y a veces se detiene,
sigue subiendo gente,
todos juntos marchamos en él.
3. Estamos trabajando
para que no haya clases,
que nos toque por turno
conducir, fregar y comer.
4. Este tren de la vida
siempre marcha p´alante,
todos vamos cantando,
todos juntos marchamos en él.

Si te hiciera falta, las grabo con mi guitarra y te las mando.

Un saludo cordial

Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carmen dijo...

¿Y como no he visto este post tuyo?
Ainssssss...
Ha pasado mucho tiempo, el suficiente como para que hayas vuelto a ponerte en pie...si no fuera así sólo decirte que te entiendo (¡tan bien!...)y también que te abrazo, a distancia pero fuerte. Y que para mí el camino empezó cuando salí de detrás de los muros que me ocultaban y me puse en medio, a la vista. Sólo entonces alguien me encontró y me ofreció la ayuda que necesitaba. En eso ando todavía.
No hay más que asomarse a todo lo que haces , a todo por lo que luchas para ver lo tremendamente fuerte que eres. Pero apóyate en los otros cuando lo necesites. No tengas miedo de gritar.
Espero que todo esto sea ya inservible y siento de verdad no haberte leído en su momento.
Un abrazo fuerte.

Rodrigo Olvera dijo...

De inservible nada, eh? Que precisamente es esa reserva de cariño, ánimo y caminar compartido que se va acumulando en las buenas horas, la fuerza que permite sobrevivir los vendavales.

Un beso